Hoy Ica ofrece una larga lista de atractivos turísticos que van desde casonas y bodegas con siglos de historia a hermosas playas donde la vida silvestre crea espectáculos excepcionales, pasando por las famosas líneas de Nazca, sitios arqueológicos alucinantes y extensas pampas desérticas ideales para el off road y los deportes de aventura (ala delta y sand board).
Los valles iqueños forman parte de la inacabable Ruta del Pisco y atesoran más de una sorpresa gastronómica que usted no debe perderse: huertas tan antiguas como los canales precolombinos que las riegan donde se producen unos pallares y espárragos verdes memorables, además de jugosos higos y pecanas que se unen para el deleite de los reposteros. Sus viñedos, los primeros del país, producen piscos de excelente calidad, y sus remotas playas de arena regalan a los pescadores más persistentes los mayores lenguados y corvinas de nuestra costa.
Apenas a minutos de la ciudad se encuentra Huacachina, un oasis de película rodeado por enormes dunas de arena fina que fuera el balneario favorito de los iqueños más renombrados a mediados del siglo XX. Parte del atractivo de esta región es internarse por los caminos que bordean sus chacras, entre alamedas de huarangos y palmas datileras.
Allí están las señoriales haciendas Tacama, Vista Alegre y Ocucaje, por mencionar solo a las más renombradas, poseedoras de extensos viñedos donde producen excelentes tintos y piscos. Con sus espacios remodelados, algunas de ellas funcionan hoy como albergues para turistas y ofrecen la posibilidad de conocer de cerca el proceso de producción del pisco y el vino, en medio de sus relajantes paisajes rurales. Súmele a todo esto una buena copa de su famoso pisco sour para completar la experiencia.
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